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Perder es esencial: 7 aprendizajes que tu hija obtiene cuando no gana

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Cuando vemos a nuestros hijos pequeños jugar, es natural que queramos que todo les salga bien. Queremos protegerlos de la frustración, del enojo y de la tristeza que a veces trae perder un juego o no lograr algo a la primera. Pero en realidad, permitir que tu hija viva estas pequeñas derrotas en un ambiente seguro es una de las mejores oportunidades de aprendizaje que puedes brindarle.

Aunque parezca contradictorio, perder es un paso importante para crecer con seguridad, confianza y resiliencia. Aquí te contamos por qué es tan valioso dejar que tu hija pierda de vez en cuando y cómo acompañarla en ese proceso.

A los niños de hasta 6 años les cuesta mucho distinguir entre el juego y su propia valía. Cuando pierden, pueden sentir que eso dice algo malo de ellos. Por eso, es importante que, poco a poco, aprendan que:

  • Ganar y perder son partes normales de cualquier actividad.
  • Perder no significa que sean menos capaces o menos valiosos.
  • Siempre pueden volver a intentarlo.

Si evitamos que pierdan todo el tiempo, les estamos dando el mensaje de que el éxito es lo único que importa. En cambio, si los ayudamos a enfrentar la derrota con calma y cariño, les enseñamos que tienen el poder de superar la frustración.

Beneficios de dejar que tu hija pierda

Aunque pueda ser incómodo al principio, perder le enseña a tu hija habilidades que usará toda la vida. Entre los beneficios están:

  • Resiliencia: aprende que puede equivocarse y recuperarse.
  • Paciencia: comprende que algunas cosas necesitan práctica.
  • Empatía: se sensibiliza con otros niños que tampoco ganan siempre.
  • Respeto: aprende a reconocer y felicitar el esfuerzo de los demás.
  • Autocontrol: empieza a manejar emociones como enojo o tristeza.

Según la Child Mind Institute, permitir que los niños experimenten la pérdida es esencial para que se fortalezcan emocionalmente y aprendan a resolver problemas por sí mismos.

Estas habilidades se desarrollan mejor en los primeros años, cuando todavía puedes guiarla con tu ejemplo y acompañar sus emociones.

Cómo acompañarla cuando pierde

Perder no siempre es fácil para los niños pequeños. Aquí tienes algunas ideas para acompañarla y convertir ese momento en una oportunidad de aprendizaje:

  • Valida sus emociones: si está triste o enojada, muéstrale que la comprendes. Por ejemplo: “Entiendo que te sientas triste porque querías ganar”.
  • Modela la calma: tu reacción será su guía. Si tú lo tomas con naturalidad, ella también aprenderá a hacerlo.
  • Resalta el esfuerzo: en lugar de enfocarte solo en el resultado, felicítala por intentarlo.
  • Enséñale a felicitar: anímala a reconocer el triunfo de otros con una sonrisa o un aplauso.
  • Invítala a volver a jugar: muéstrale que siempre hay una nueva oportunidad de divertirse.

Estos pasos ayudan a tu hija a comprender que perder no significa el final, sino un momento más dentro de su aprendizaje.

El valor de la experiencia sobre el resultado

Para los niños pequeños, el juego es un espacio donde todo se mezcla: diversión, emoción, aprendizaje y autoestima. Si protegemos a nuestros hijos de cualquier frustración, pueden crecer con miedo a intentar cosas nuevas por temor a equivocarse.

Cuando la dejas perder de vez en cuando, le enseñas que:

  • Su valor no depende de ganar.
  • Puede disfrutar el proceso aunque no gane.
  • Equivocarse o perder no es un fracaso, sino parte de crecer.

Estos aprendizajes le darán confianza y seguridad en cada etapa de su vida.

Crear un ambiente positivo

Perder será más fácil de aceptar si tu hija siente que está en un entorno seguro y cariñoso. Puedes:

  • Jugar en casa con juegos sencillos donde algunas veces gane y otras pierda.
  • Contarle historias sobre personajes que se equivocaron y aprendieron.
  • Recordarle que siempre puede volver a intentarlo.
  • Evitar burlas o comparaciones con otros niños.

En colegios que cuidan el desarrollo integral, como APDE Las Colinas, se trabaja diariamente en acompañar a los niños a manejar estas emociones con respeto y empatía.

Poco a poco, verás que su tolerancia a la frustración aumenta y su actitud ante los retos será más positiva.

Dejar que tu hija pierda no significa que no la quieras o que no te importe cómo se siente. Al contrario: significa que confías en su capacidad de aprender, de ser resiliente y de crecer. Cada derrota, vivida con tu compañía y comprensión, será una semilla de fortaleza para el futuro.

Si la acompañas con paciencia y cariño, aprenderá que perder no es algo que deba temer, sino una oportunidad más de aprender algo nuevo y seguir adelante.